Sandra Posada, ha sido una abanderada de la transformación y cuidado de las zonas verdes y del entorno de la Institución Educativa Sol de Oriente, en Medellín, Antioquia. De la mano de sus estudiantes de 4° y 5° y con el apoyo de otros de diversos grupos, ha logrado crear paneles solares, una huerta, jardines interiores, y ahora están trabajando para construir un mariposario y un vivero. Para esta maestra no existen límites cuando de enseñar e inspirar a sus estudiantes se trata.

La profe Sandra, como es conocida por sus estudiantes en el colegio donde trabaja, siempre ha tenido una pasión por la investigación y ha querido transmitirla desde sus clases a sus estudiantes. Fue así, como nació el gran proyecto del que hoy se siente tan orgullosa y que representa a la Institución, porque ha logrado unir varias áreas y estudiantes de diversos grados incluyendo los de media técnica, logrando generar un mayor impacto, tanto al interior de la institución, como en la comunidad en general.
¿Cómo surgió la idea del proyecto?
En el 2016 empecé a mirar el programa del Colegio y a escudriñar más y a pensar: ¿Por dónde me voy a meter? Entonces vi un tema muy interesante, y dije: me voy a meter por este lado y llevé a los niños a identificar un problema en todo el colegio. Me llamó mucho la atención que ellos lo identificaron como yo lo había visto. Que el colegio estaba muy desordenado, que había mucha basura, que las zonas verdes estaban descuidadas.
Entonces lo que hice, fue coger los temas que yo tenía que desarrollar, analicé las temáticas, y vi que con el espacio verde tan grande que tiene la Institución, podía desarrollar prácticamente el programa completo de ciencias naturales y sociales.
En el colegio hay una media técnica que es de educación ambiental, y le dije a él profesor, que, si me colaboraba con el laboratorio, entonces nos inventamos una actividad que se llamó el Padrinato, la cual consistía en que los muchachos de décimo y once, apoyaban a los niños que en ese momento estaban finalizando cuarto. Ya el año pasado ellos estuvieron en quinto e hicimos todo un jardín hermoso en la parte interior del colegio, trabajamos con el reciclaje, hicimos materas, regaderas, un sembrado muy lindo en la parte interna, y conseguimos donaciones de las familias.
¿Sandra fue sencillo hacer que otros maestros se sumaran al proyecto desde sus áreas?
Como estamos trabajando por proyectos, yo le lancé la idea a los profesores, entonces con los de mi grado fue muy sencillo porque, si vamos a trabajar artística, ellos son los que están organizando el diseño de la parte ornamental, e hicieron las materas. Con matemáticas, por ejemplo, cuando trabajamos la energía solar, matemáticas fue la que más trabajó. Analizamos cuentas de servicios, porque trabajamos el proceso de ahorro de energía.
Para uno que es de los mismos grados, es más fácil integrar los profesores, nos sentamos a mirar cuáles son los contenidos y qué necesitan saber los niños para desarrollar los proyectos.
Lo duro fue, intentar vincular a otros grupos, y profesores. Ellos se fueron sumando en la medida en la que fueron viendo los productos.
Porque arrancar con una propuesta nueva no es sencillo, por el miedo de los maestros a creer que se va a desligar del currículo, o el meterse con un proyecto y, ¿cómo hago para responder por las pruebas saber? ¿Cómo hago para responderle al colegio con una cosa y la otra? Entonces creen que trabajar un proyecto es alejarse de todo eso. Y el proyecto tiende a ser accidentado porque ahí es donde el trabajo en equipo se complica. Primero se debe convencer a los maestros, que podemos trabajar lo que está programado en el plan de estudios y también puedo hacer un proyecto al mismo tiempo y así lo estoy enriqueciendo, porque estoy haciendo que el trabajo sea aplicado, útil, y que lo que el niño aprende lo lleve a la realidad.
¿Cómo has vinculado los padres de familia y la comunidad?
Por ejemplo, tuvimos un espacio para el trabajo en el vivero, de plantas medicinales y aromáticas, quise vincular mucho las abuelas que saben mucho de las plantas medicinales. Entonces ellas fueron las que empezaron a mandarme plantas que yo no conocía, ni había escuchado mencionar y me explicaron cómo funcionaban.
También hay unas madres líderes de la comunidad que tienen una huerta a la vuelta, en el Cerro Pan de Azúcar, me fui hasta allá y les dije que, si nos permitían ir y ellas me dijeron “Claro Sandra, venga yo les muestro mi vivero y les digo a las mamás de la comunidad que les muestren la huerta y les expliquen todo. De hecho, prácticamente las plantas del vivero son de las madres del colegio, ellas son las que nos ayudan a sembrar, y los niños son los que llevan las plantas.
¿Qué impacto han tenido con la ejecución del proyecto?
El impacto se ha generado en muchos aspectos y los hemos medido desde las acciones, por ejemplo, los cambios en los de la media técnica, fueron muy bonitos, porque normalmente charlaban muy pesado con los niños pequeños, pero ya no, porque los niños pequeños los llamaban y les decían ¡padrino! ¡padrino! Entonces ya los de la media andan de la mano con ellos. El cambio se dio en todos los aspectos, hay mayor convivencia, apoyo, solidaridad.

Los de octavos y novenos, por ejemplo, están ayudando a organizar el terreno, y el proyecto no es de ellos, pero están colaborando. El hecho de que estudiantes de otros grados, vengan y quieran aportar, sin que ningún profesor se los pida, para mí, eso es un impacto.
Por otro lado, el personal de aseo al inicio tenía una completa negativa y me ha llamado mucho la atención, porque saben que voy a salir a vacaciones, y sin yo decir nada, me dijeron, no se preocupe por las planticas que nosotros se las cuidamos. A mí me parece que eso tiene un gran impacto.
¿Sandra cómo has conseguido los recursos para el desarrollo de este proyecto?
Yo siempre he gestionado los recursos por fuera, porque el colegio no tiene dinero. Yo soy mucho de tocar puertas, por ejemplo, una vez mi hermano, me invitó a una feria de energía, y allí hice un listado de todas las empresas que estaban y luego las comencé a llamar. Fui tan de buenas que la primera que llamé fue a Trónex, e inmediatamente me abrió las puertas.
Un ingeniero de allá les explicó los procesos, la generación de la energía, las baterías, la responsabilidad social con la energía, qué hacer con las baterías y los paneles solares.
Entonces ya nos quedamos con la energía solar y nos pusimos a trabajar e hicimos unos puntos de carga solares, desde carga de celulares. Los niños hicieron los circuitos, crearon las formas, elaboraron el prototipo, conseguimos los paneles y todo. Lo único que no hicimos fue instalarlos, porque la instalación ya tenía un mayor costo y además están muy pequeñitos para ellos subirse a colocar los paneles, pero dejamos todo organizado.
También conseguí un taller con el Centro de Investigación de la Universidad de Antioquia, y me llevé los niños a exponer a un encuentro de investigación en la Universidad CES y les tocó exponer delante de estudiantes de maestría y doctorado, y los jurados de maestría eran los que le hacían observaciones a los niños. A mí donde me dicen que hay un encuentro o que hay algo, me encanta llevarlos, porque cuando los niños salen, tienen experiencia, comparten con otros colegios, ven a otros exponer, ellos aprenden.
Me gusta llevarlos a eso, a que se integren, a compartir la experiencia, que, si hay niños en otros grupos que los molestan, que no les afecte eso, que se den cuenta que sus producciones son importantes. A mí me encanta, ver en ellos que no solo están aprendiendo, sino que están transformando su medio.
¿En qué están en este momento con el proyecto?
El año pasado terminamos con los paneles solares con los puntos de carga y el jardín interior y este año, estamos trabajando en la creación de un vivero, una huerta, y jardines verticales porque la zona verde es muy grande. También pensamos hacer un mariposario con una bomba, que reciba el agua y que riegue las plantas de manera automática con energía solar. Para eso me conseguí una empresa que les dio un taller a los muchachos de 10 y 11 para que ellos aprendieron cómo era que iba a funcionar ese mariposario.
Este período trabajamos el ecosistema, y los vimos todos allá en nuestro espacio del proyecto. Tenemos un laguito descuidado, que quiero colocarle plantas acuáticas. Osea, hay muchas ideas, muchas. La cosa es que está demasiado grande, al menos en este momento tenemos un plan maestro muy bien estructurado y estamos ejecutando de a poquitos. El mariposario está muy avanzado y la huerta también. Esta semana llamé los niños para que fueran a recoger el cilantro y cebolla del último taller que hicieron de eso, porque ya están bastante grandes. También hicimos un cultivo de penca sábila, porque van a hacer shampoo y bálsamo, mejor dicho, trabajo es lo que tenemos.
¿Sandra qué sueñas que pase con el proyecto en unos años?
Yo me lo sueño como un proyecto institucional, que desde todas las áreas y todos los niveles, se vea que se puede aportar y se utilice como un medio de aprendizaje, saquen a los estudiantes del aula, los maestros se apropien del espacio, y que todos en la institución estemos enamorados de él, como estoy enamorada yo.
¡Únete y sé parte del cambio!
Fuentes:
- Posada Vélez, S. (junio de 2018). (E. Serna, Entrevistador)
- Fotos suministradas por Sandra Posada.